Eso me ha recordado a que de pequeña no quería matar los bichos esos que creo que se llaman tijereta o del papel porque temía que luego vinieran sus familiares a darle sepulcro, y claro, eso hubiera multiplicado mis posibilidades de toparme con ellos.
Tu asociación de ideas me recuerda una ocasión, también de niño, en la que me preguntaba qué demonios hacía el ratoncito Pérez con los dientes que recogía :0 :)))
El perdón sólo beneficia al que perdona... de lo contrario el resentimiento tortura continuamente...y el "ofensor" perdonado tiene que enfrentarse a su conciencia.
Bastante tiene aquel que comete el daño; y perdonar, es, en cierto modo, una liberación… A veces no es tan sencillo ponerlo en práctica, pero no cabe duda de que es la mejor opción: perdonar y pasar página.
Ojalá con el perdón bastara... Hay perdones que no se se pueden otorgar, pa eso está Dios. La piedra una vez se lanzó, el daño ya fue hecho, y el dolor puede no cicatrizar ya nunca más. Mira que me he podido reír con la canción de los Luthiers, son geniales. Y la imagen otra joyita de las tuyas;)
Borgeano texto. La piedra, cualquier objeto inanimado en realidad, siente; que no hayamos llegado aún a desentrañar cómo es que lo hace no refuta la tesis... Por lo demás, haces bien en perdonar, como un arhat demuestras con eso coraje, porque peor que el golpe que te hizo dar piedra mediante sería confinarlo a tener que soportar su conciencia cuando lo sopese: dolor del que tu perdón lo ha salvado.
Y sigues recordándome la poética de Lorca, esta prosa poética, brilla. El eterno dilema del perdón, del agravio que pueda superarse, la herida que sangra y que deja cicatrices. Me encantas Luis, comparto también lo que te comenta Carlos. Y el vídeo de Les Luthiers no puede ser mejor! Gracias por recordármelo! Besos.
La piedra tenía más sentimientos que quien la lanzó, sí. A quien hiere intencionadamente, adiós. El perdón es una palabra. Verdadero perdón es otra cosa. Da para pensar y decir mucho esta entrada.
Cuando te hieren se te hace un charco de sangre en el corazón.
ResponderEliminarHermosa entrada.
Un abrazo.
A la larga, ¿quién sufre más? Las heridas cicatrizan pero la conciencia...
EliminarBss
Eso me ha recordado a que de pequeña no quería matar los bichos esos que creo que se llaman tijereta o del papel porque temía que luego vinieran sus familiares a darle sepulcro, y claro, eso hubiera multiplicado mis posibilidades de toparme con ellos.
ResponderEliminarTu asociación de ideas me recuerda una ocasión, también de niño, en la que me preguntaba qué demonios hacía el ratoncito Pérez con los dientes que recogía :0
Eliminar:)))
bss
Perdonamos, pero muy no es tan fácil olvidar el sentir.
ResponderEliminarUn abrazo.
El perdón sólo beneficia al que perdona... de lo contrario el resentimiento tortura continuamente...y el "ofensor" perdonado tiene que enfrentarse a su conciencia.
EliminarBss
Bastante tiene aquel que comete el daño; y perdonar, es, en cierto modo, una liberación… A veces no es tan sencillo ponerlo en práctica, pero no cabe duda de que es la mejor opción: perdonar y pasar página.
ResponderEliminarMuy bueno, querido amigo.
Siempre un placer…
Abrazos enormes, y muy feliz finde 💙
Ojalá con el perdón bastara... Hay perdones que no se se pueden otorgar, pa eso está Dios.
ResponderEliminarLa piedra una vez se lanzó, el daño ya fue hecho, y el dolor puede no cicatrizar ya nunca más.
Mira que me he podido reír con la canción de los Luthiers, son geniales.
Y la imagen otra joyita de las tuyas;)
Besos, Cyrano sin alternativa.
Borgeano texto. La piedra, cualquier objeto inanimado en realidad, siente; que no hayamos llegado aún a desentrañar cómo es que lo hace no refuta la tesis... Por lo demás, haces bien en perdonar, como un arhat demuestras con eso coraje, porque peor que el golpe que te hizo dar piedra mediante sería confinarlo a tener que soportar su conciencia cuando lo sopese: dolor del que tu perdón lo ha salvado.
ResponderEliminarAbrazo agradecido, Luis.
Una piedra le tiraba yo a los políticos, y perdoname tú porque ya sé que no tiene nada que ver, pero me salió del alma.
ResponderEliminarLa foto es una maravilla y la canción me encanta.
Me reí con tu Ratoncito Pérez y las tijeretas de Ses
Besos.
Y sigues recordándome la poética de Lorca, esta prosa poética, brilla.
ResponderEliminarEl eterno dilema del perdón, del agravio que pueda superarse, la herida que sangra y que deja cicatrices.
Me encantas Luis, comparto también lo que te comenta Carlos.
Y el vídeo de Les Luthiers no puede ser mejor! Gracias por recordármelo!
Besos.
La piedra tenía más sentimientos que quien la lanzó, sí. A quien hiere intencionadamente, adiós.
ResponderEliminarEl perdón es una palabra. Verdadero perdón es otra cosa.
Da para pensar y decir mucho esta entrada.
Besos.
¡Que estupenda trilogía!
ResponderEliminarEl Texto es buenísimo.
Y tanto la imagen como les Luthiers, le calzan como anillo al dedo.
O al revés.
Besos y abrazos